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.Estaba perdido, incorpóreo, inmerso en la luz esmeralda.LIBRO SEISLas Naves del Tiempo1PARTIDAMe encontraba fuera del espacio y el tiempo.No era como el sue�o, porque incluso durante el sue�o el cerebro est� activo,en funcionamiento, ordenando su carga de información y recuerdos; inclusodurante el sue�o, creo, uno permanece consciente, consciente de su propio yo yde su continua existencia.Aquel intervalo, aquel hechizo intemporal, no era as�.Era m�s bien como si lared de plattnerita me hubiese, sutil y silenciosamente, desmontado.Yosimplemente no estaba all�; y los fragmentos de mi personalidad, las astillasde mi memoria, hab�an sido separadas y diseminadas por el inmenso e invisibleMar de Información que tanto le gustaba a Nebogipfel.Y entonces -�lo m�s misterioso de todo!- me encontr� nuevamente all� -nopuedo ser m�s claro-; no era exactamente como despertarse, sino como si mehubiesen conectado, de la misma forma que se enciende una l�mpara el�ctrica.Enun momento, nada; al siguiente, consciencia plena y escalofriante.Pod�a ver otra vez.Ten�a una visión clara del mundo, del casco verde de laNave del Tiempo a mi alrededor y del brillo óseo de la Tierra m�s all�.�Era la existencia una vez m�s! Y un p�nico profundo, un horror ante elintervalo de ausencia se abrió paso por mi sistema.Nunca he temido al infiernosino a la no existencia.De hecho, tiempo antes hab�a decidido que recibir�acon agrado cualquier agon�a que Lucifer reservase para los incr�dulosinteligentes, �si esos dolores me serv�an corno prueba de que mi concienciatodav�a exist�a!Pero no se me permitió rumiar mis inquietudes, porque recib� la extraordinariasensación de elevarme.Sent� una fuerza creciente sobre m�, como si un enormeim�n me impulsase hacia arriba.El tirón aumentó -yo era como un �tomo por elque luchasen fuerzas monstruosas- y luego de pronto la tensión se resolvió.Vol� hacia arriba, sinti�ndome exactamente como si fuese nuevamente un ni�opeque�o levantado por las manos fuertes y seguras de mi padre; entonces hab�atenido la misma sensación de ligereza, la sensación de volar.La estructura dela Nave del Tiempo se levantó conmigo, por lo que era como estar en el centrode un globo inmenso y verde que se levantaba desde el suelo.Mir� abajo, o al menos lo intent�; no pod�a sentir la cabeza o el cuello, peromi campo de visión se inclinó hacia abajo.Pueden imaginar que la Nave que merodeaba ten�a la forma de un barco de vapor pero enormemente ampliado -suquilla deb�a de tener millas de largo- y sin embargo flotaba por el paisaje conla facilidad de una nube.Pod�a ver el paisaje del exterior a trav�s de laszonas abiertas en la estructura de la Nave, y ahora ve�a el coche del tiempojusto debajo de nosotros.Aunque mi visión estaba interrumpida por las chispascambiantes de la Nave, cre� ver dos cuerpos en el coche, un hombre y una figuram�s peque�a, que ca�an al suelo, ya inmóviles por el fr�o.Mi visión era extra�a, no ten�a foco: o mejor, carec�a de un punto central deobservación.Cuando miras algo, digamos una taza de t�; lo ves, y �se esb�sicamente el centro de tu mundo, con todo lo dem�s relegado a la periferia dela visión.Pero ahora mi mundo no ten�a centro, o periferia.Lo ve�a todo,hielo, Naves, coche del tiempo.�Era como si todo fuese centro, o todoperiferia, simult�neamente! Era desorientador y muy confuso.Parec�a que ten�a la cabeza y el estómago paralizados, sin sentir nada.Pod�aver, de acuerdo; pero no pod�a sentir nada de la cara, del cuello, de laposición del cuerpo, nada exceptuando un toque ligero casi fantasmal: los dedosde Nebogipfel todav�a alrededor de los m�os [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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