[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Sara se sentía extraña.No acababa de gustarle la idea de que Jorge saliera con su amiga pero no se sentía con ánimos de decírselo.Tampoco podría darle las razones por las que no se sentía tranquila con la idea de que salieran juntos, porque ni ella misma entendía por qué.Se dedicó a trabajar sin parar para no pensar en todas las cosas que últimamente estaban escapando a su control.Incluso Paula la había dejado sola el resto de la tarde.Su seria expresión era el indicativo de que no se sentía de humor para ser interrumpida.Sara estaba tan concentrada en los presupuestos que tenía pendientes que no se dio cuenta de que su padre había entrado en su despacho.Normalmente tenía la puerta abierta, pero cuando necesitaba un poco de tranquilidad para trabajar la dejaba cerraba.No notó que Pedro había abierto la puerta y que estaba sentado en uno de los sillones de cuero negro que tenía enfrente de su escritorio en forma de ele.—Cariño —dijo Pedro suavemente—.¿Qué tal estás?—¿Qué? —Sara se sobresaltó—.Lo siento papá, no me había dado cuenta de que estabas aquí.¿Cuánto llevas ahí sentado? —preguntó confusa.—Solo unos segundos.—Su padre notaba que le pasaba algo porque ella no solía encerrarse en el despacho y cuando lo hacía notaba que era porque no estaba bien.Sara siempre había sido una chica seria y no le gustaba que nadie se metiera en sus asuntos.No solía hablar de sus sentimientos ni preocupaciones con nadie, exceptuando tal vez, a su amiga Paula.Sus padres nunca habían sido tan introvertidos y parecía que desde que Alex apareció en su vida, algo había cambiado.Se mostraba mucho más abierta con los demás y solía ser mucho más afectiva.Pero desde hacía unos meses en adelante había vuelto a encerrarse en sí misma y no era el único en darse cuenta.—Lo siento, tenía trabajo atrasado.Mañana tendrás el resto de los presupuestos que necesitas —dijo Sara dándole a su padre una carpeta gruesa de color negro.—No venía a pedirte eso, aunque gracias —dijo ladeando la cabeza y evaluándola—.Son las ocho y nos vamos a ir ya, ¿quieres cerrar tú o te vienes? —Sara notaba que su padre quería preguntar algo y se contenía.Se lo agradeció en silencio.—Dame un minuto y voy a por mis cosas.Salieron juntos y cuando estaban en la calle Sara besó en la mejilla a su padre, como hacía siempre cuando se despedían.Pedro fue hacia su coche y Sara se quedó quieta un momento.No sabía si llamar a Alex, aunque la verdad es que tenía ganas de hablar con él y lo echaba de menos.Pensó que estaría trabajando, pero si no le respondía le podría dejar un mensaje para que fuese a casa más tarde.Con el teléfono en la mano marcó el número y esperó a que contestara.No lo hizo, como de costumbre.Siempre tenía que dejarle un mensaje de voz o de texto.Optó por lo segundo, le escribió diciéndole que se pasara por casa o que llamara si no podía ir.De repente escuchó su nombre.Miró hacia la calle y justo en frente, en la puerta de un pub que últimamente estaba muy de moda, vio a Jorge llamándola y moviendo la mano para captar su atención.Sara no se lo pensó y cruzó la calle corriendo.—Hola, te he visto desde dentro —dijo señalando con la cabeza—, ¿qué hacías en la calle a estas horas? Creía que te habrías ido a casa.—Jorge estaba tan alegre como siempre.—Estaba llamando a Alex —dijo con disgusto—, y me iba a casa ya, estoy cansada.Sara se sentía triste y abatida.Le pasaba siempre que no veía a su prometido en todo el día y sobre todo cuando ni siquiera podía hablar con él, notaba que le faltaba algo.—¿Quieres acompañarnos? —preguntó Jorge señalando con la mano hacia el pub.—Bueno… —dijo dudando—, sí pero sólo una o mañana no podré levantarme de la cama —Sara sonrió.Le vino el recuerdo de las primeras semanas cuando quedaban casi a diario para tomar unas cervezas después del trabajo, a menudo los dos solos.Se lo pasaban tan bien que se acostaban de madrugada y al día siguiente tenían que tomar varios cafés en un bar cercano para despertarse del todo antes de poder ir a la oficina.Sobre todo para que nadie notara la falta de sueño de ambos, algo que podría haber dado pie a algunos comentarios y muchos de ellos descaminados.En el pub había dos compañeros de trabajo: Pablo, uno de los ingenieros, Germán, el contable, y una mujer que era la ayudante de su padre, Inés.A Sara no le extrañaba que estuvieran allí tomando unas cervezas aunque fuese lunes
[ Pobierz całość w formacie PDF ]